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Al satisfacer sus necesidades y ejercer sus capacidades, el ser humano ha creado diferentes formas de organización, sistemas de pensamiento y acción, cuyo resultado son los diversos contextos sociales y culturales existentes. Así, el contexto educativo se considera una etapa de la formación humana que se produce en momentos del ciclo vital en los que se reflejan estas formas de organización. Al mismo tiempo, es el momento indicado para emprender acciones que permitan ajustar los estilos de vida, que, según datos estadísticos sobre la salud física y mental de la población (Organización Mundial de la Salud, OMS, 2015, 2018, 2020) e investigaciones recientes (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2023), interfieren en el desarrollo humano de las personas.
El desarrollo humano dura toda la vida y cada etapa tiene sus características y valores que reflejan los estilos de vida de las personas (Harris, 2019). Cada etapa de los estilos de vida en el desarrollo humano presenta rasgos distintivos que no se limitan a un rango de edad específico, sino que pueden variar según las relaciones sociales, los sistemas y las condiciones de vida individuales o colectivas de la persona (Papalia & Martorell, 2017).
Por lo anterior, el desarrollo humano a lo largo de los siglos está asociado a los avances y creaciones tecnológicas derivadas de las necesidades y de las innovaciones humanas, para facilitar y beneficiar el trabajo diario de las personas (Posada, Castaneda & De Souza, 2021). Según Carrillo (2017, p. 269), «el mundo atraviesa cambios económicos, sociales, culturales, políticos y tecnológicos con una rapidez impresionante, debidos principalmente a la revolución industrial, tecnológica y la globalización, que dinamizan la interacción mundial en todos los aspectos».
En este sentido, es importante investigar sobre los estilos de vida en el contexto educativo, ya que presentan aspectos que afectan al desarrollo y que requieren comprensiones que destaquen estas interacciones y promuevan el bienestar y la percepción de una calidad de vida futura. Para Papalia & Martorell (2017), esta etapa presenta particularidades que se consideran decisivas para la adquisición y consolidación de estilos de vida saludables. A su vez, se comprende que esta etapa de desarrollo tiene lugar en el contexto educativo, donde se produce la «consolidación de los comportamientos provenientes del momento del ciclo vital en que se incorporan nuevos hábitos y formas de vida propios adquiridos durante esta etapa en sus diversas formas de socialización» (Campo-Ternesa et al., 2017, p. 420).
Para Gómez-Acosta (2018), los estilos de vida se conciben como conductas que determinan el proceso de salud-enfermedad en combinación con la vulnerabilidad biológica, la reactividad psicofisiológica, la edad y el sexo. Además, se entienden como patrones de actividades o conductas que las personas eligen adoptar entre las disponibles según su contexto social (Bandura, 1977). Por ello, desde la perspectiva del desarrollo humano, se considera el comportamiento y el bienestar del ser humano en el marco de sistemas que se configuran a través de la cultura y la comunidad (Bronfenbrenner, 1987; Shelton, 2019).
Por otro lado, en el contexto educativo seproducen procesos de interacción entre el estudiante y su entorno inmediato, en los que se configuran estilos de vida considerados como comportamientos humanos que sufren cambios desde una perspectiva biopsicosocial. Estos cambios pueden desarrollar actitudes y comportamientos que permitan satisfacer las necesidades de desarrollo intrínsecas de las personas (OMS, 2020). En este sentido, el estudiante, durante sus «diferentes etapas, considerando la variabilidad e individualidad de cada persona, establece su propio estilo de vida, el cual está íntimamente relacionado con la salud» (Cotrina & Rodríguez, 2014, p. 20).
Desde la perspectiva del contexto educativo, «los estilos de vida están asociados a los aprendizajes vividos durante el desarrollo de las etapas del ciclo vital humano» (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2020, p. 307). En este sentido, el proceso de aprendizaje implica relacionar el estilo de vida con el contexto sociocultural en el que se encuentra la persona. Según la teoría ecológica propuesta por Bronfenbrenner (1987), el desarrollo del ser humano ocurre a través de la interacción con el entorno a través de los distintos niveles del ambiente, lo que incide en el estilo de vida de las personas, ya que estos niveles determinan la forma de proceder, pensar y tomar decisiones que fortalecen las relaciones interpersonales y se puede inferir en la salud mental dentro del microsistema, mesosistema y exosistema en los que el ser humano está inmerso. Por siguiente, el desarrollo del estilo de vida consiste en la interacción del ser humano con el entorno, y en particular, el contexto escolar se caracteriza por etapas vitales (infantil y juvenil), que acentúan el desarrollo humano.
De esta forma, en el contexto escolar se consideran relevantes los comportamientos de acuerdo con el desarrollo social en el que se encuentra inmerso el estudiante. Según Camero et al. (2011), la mayor parte de los comportamientos que un niño o niña realiza, siente o piensase adquieren y adaptan en el ámbito educativo. En este caso, los niños y adolescentes se ven expuestos a estímulos en el entorno escolar, lo que les permite construir y configurar los comportamientos y hábitos que desarrollan.
De este modo, para De Souza Martins et al. (2022), los maestros utilizan tradicionalmente herramientas con las que han obtenido buenos resultados a la hora de evaluar el aprendizaje de sus estudiantes. «Teniendo en cuenta el avance de la educación hacia la adquisición de competencias en los últimos años, los maestros han tenido que reconfigurar su profesión e incorporar nuevas estrategias pedagógicas en función de lo que los estudiantes necesitan» (p. 214). Debido a esto, a partir de la globalización educativa, pocos maestros implementan diferentes métodos de enseñanza en sus clases, dejando de lado el proceso de aprendizaje y las necesidades que cada niño tiene. Además, el maestro asume que todos los niños aprenden de la misma forma y que todos sus estudiantes comprenden a partir de métodos tradicionales y conductistas.
Por otra parte, en el contexto educativo se ponen de manifiesto los beneficios de los patrones de conducta que involucran las recomendaciones relacionadas con el estilo de vida físico para promover la salud. Por lo anterior, para Posada Bernal et al. (2022) el concepto de estilo de vida físico abarca todas las prácticas asociadas al crecimiento y desarrollo del cuerpo humano. En este sentido, estas prácticas asociadas al crecimiento se dividen en diferentes categorías, «tales como Estilos de vida y formación humana la actividad física, la conducta preventiva, la nutrición y la calidad del sueño» (p. 958).
Por todo lo mencionado anteriormente, dadas las características del desarrollo humano, este momento del ciclo vital (contexto escolar) en el que convergen variables como el desarrollo cognitivo, social y emocional de niños, niñas y adolescentes, sus sistemas de interacción y la cultura, es fundamental para la construcción de estilos de vida saludable. Desde esta perspectiva, la escuela se presenta como un escenario idóneo para comprender este fenómeno y, a partir de ahí, generar estrategias que favorezcan el desarrollo integral de los estudiantes. De este modo, es importante conocer los estilos de vida en el contexto escolar, ya que una identificación temprana de alteraciones de los hábitos permitirá implementar medidas de intervención específicas que contribuyan al desarrollo del bienestar general de esta población en las próximas etapas del desarrollo humano.
Al satisfacer sus necesidades y ejercer sus capacidades, el ser humano ha creado diferentes formas de organización, sistemas de pensamiento y acción, cuyo resultado son los diversos contextos sociales y culturales existentes. Así, el contexto educativo se considera una etapa de la formación humana que se produce en momentos del ciclo vital en los que se reflejan estas formas de organización. Al mismo tiempo, es el momento indicado para emprender acciones que permitan ajustar los estilos de vida, que, según datos estadísticos sobre la salud física y mental de la población (Organización Mundial de la Salud, OMS, 2015, 2018, 2020) e investigaciones recientes (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2023), interfieren en el desarrollo humano de las personas.
El desarrollo humano dura toda la vida y cada etapa tiene sus características y valores que reflejan los estilos de vida de las personas (Harris, 2019). Cada etapa de los estilos de vida en el desarrollo humano presenta rasgos distintivos que no se limitan a un rango de edad específico, sino que pueden variar según las relaciones sociales, los sistemas y las condiciones de vida individuales o colectivas de la persona (Papalia & Martorell, 2017).
Por lo anterior, el desarrollo humano a lo largo de los siglos está asociado a los avances y creaciones tecnológicas derivadas de las necesidades y de las innovaciones humanas, para facilitar y beneficiar el trabajo diario de las personas (Posada, Castaneda & De Souza, 2021). Según Carrillo (2017, p. 269), «el mundo atraviesa cambios económicos, sociales, culturales, políticos y tecnológicos con una rapidez impresionante, debidos principalmente a la revolución industrial, tecnológica y la globalización, que dinamizan la interacción mundial en todos los aspectos».
En este sentido, es importante investigar sobre los estilos de vida en el contexto educativo, ya que presentan aspectos que afectan al desarrollo y que requieren comprensiones que destaquen estas interacciones y promuevan el bienestar y la percepción de una calidad de vida futura. Para Papalia & Martorell (2017), esta etapa presenta particularidades que se consideran decisivas para la adquisición y consolidación de estilos de vida saludables. A su vez, se comprende que esta etapa de desarrollo tiene lugar en el contexto educativo, donde se produce la «consolidación de los comportamientos provenientes del momento del ciclo vital en que se incorporan nuevos hábitos y formas de vida propios adquiridos durante esta etapa en sus diversas formas de socialización» (Campo-Ternesa et al., 2017, p. 420).
Para Gómez-Acosta (2018), los estilos de vida se conciben como conductas que determinan el proceso de salud-enfermedad en combinación con la vulnerabilidad biológica, la reactividad psicofisiológica, la edad y el sexo. Además, se entienden como patrones de actividades o conductas que las personas eligen adoptar entre las disponibles según su contexto social (Bandura, 1977). Por ello, desde la perspectiva del desarrollo humano, se considera el comportamiento y el bienestar del ser humano en el marco de sistemas que se configuran a través de la cultura y la comunidad (Bronfenbrenner, 1987; Shelton, 2019).
Por otro lado, en el contexto educativo seproducen procesos de interacción entre el estudiante y su entorno inmediato, en los que se configuran estilos de vida considerados como comportamientos humanos que sufren cambios desde una perspectiva biopsicosocial. Estos cambios pueden desarrollar actitudes y comportamientos que permitan satisfacer las necesidades de desarrollo intrínsecas de las personas (OMS, 2020). En este sentido, el estudiante, durante sus «diferentes etapas, considerando la variabilidad e individualidad de cada persona, establece su propio estilo de vida, el cual está íntimamente relacionado con la salud» (Cotrina & Rodríguez, 2014, p. 20).
Desde la perspectiva del contexto educativo, «los estilos de vida están asociados a los aprendizajes vividos durante el desarrollo de las etapas del ciclo vital humano» (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2020, p. 307). En este sentido, el proceso de aprendizaje implica relacionar el estilo de vida con el contexto sociocultural en el que se encuentra la persona. Según la teoría ecológica propuesta por Bronfenbrenner (1987), el desarrollo del ser humano ocurre a través de la interacción con el entorno a través de los distintos niveles del ambiente, lo que incide en el estilo de vida de las personas, ya que estos niveles determinan la forma de proceder, pensar y tomar decisiones que fortalecen las relaciones interpersonales y se puede inferir en la salud mental dentro del microsistema, mesosistema y exosistema en los que el ser humano está inmerso. Por siguiente, el desarrollo del estilo de vida consiste en la interacción del ser humano con el entorno, y en particular, el contexto escolar se caracteriza por etapas vitales (infantil y juvenil), que acentúan el desarrollo humano.
De esta forma, en el contexto escolar se consideran relevantes los comportamientos de acuerdo con el desarrollo social en el que se encuentra inmerso el estudiante. Según Camero et al. (2011), la mayor parte de los comportamientos que un niño o niña realiza, siente o piensase adquieren y adaptan en el ámbito educativo. En este caso, los niños y adolescentes se ven expuestos a estímulos en el entorno escolar, lo que les permite construir y configurar los comportamientos y hábitos que desarrollan.
De este modo, para De Souza Martins et al. (2022), los maestros utilizan tradicionalmente herramientas con las que han obtenido buenos resultados a la hora de evaluar el aprendizaje de sus estudiantes. «Teniendo en cuenta el avance de la educación hacia la adquisición de competencias en los últimos años, los maestros han tenido que reconfigurar su profesión e incorporar nuevas estrategias pedagógicas en función de lo que los estudiantes necesitan» (p. 214). Debido a esto, a partir de la globalización educativa, pocos maestros implementan diferentes métodos de enseñanza en sus clases, dejando de lado el proceso de aprendizaje y las necesidades que cada niño tiene. Además, el maestro asume que todos los niños aprenden de la misma forma y que todos sus estudiantes comprenden a partir de métodos tradicionales y conductistas.
Por otra parte, en el contexto educativo se ponen de manifiesto los beneficios de los patrones de conducta que involucran las recomendaciones relacionadas con el estilo de vida físico para promover la salud. Por lo anterior, para Posada Bernal et al. (2022) el concepto de estilo de vida físico abarca todas las prácticas asociadas al crecimiento y desarrollo del cuerpo humano. En este sentido, estas prácticas asociadas al crecimiento se dividen en diferentes categorías, «tales como Estilos de vida y formación humana la actividad física, la conducta preventiva, la nutrición y la calidad del sueño» (p. 958).
Por todo lo mencionado anteriormente, dadas las características del desarrollo humano, este momento del ciclo vital (contexto escolar) en el que convergen variables como el desarrollo cognitivo, social y emocional de niños, niñas y adolescentes, sus sistemas de interacción y la cultura, es fundamental para la construcción de estilos de vida saludable. Desde esta perspectiva, la escuela se presenta como un escenario idóneo para comprender este fenómeno y, a partir de ahí, generar estrategias que favorezcan el desarrollo integral de los estudiantes. De este modo, es importante conocer los estilos de vida en el contexto escolar, ya que una identificación temprana de alteraciones de los hábitos permitirá implementar medidas de intervención específicas que contribuyan al desarrollo del bienestar general de esta población en las próximas etapas del desarrollo humano.