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Estilo de vida Psicológico en el contexto educativo

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Para iniciar este capítulo debe quedar claro qué son los estilos de vida en el ámbito psicológico. Desde el punto de vista de la psicología, los estilos de vida se conciben como un conjunto de conductas consistentes en el tiempo que determinan el proceso de salud-enfermedad en combinación con la vulnerabilidad biológica, la edad, el sexo, la reactividad psicofisiológica y las redes de apoyo (Gómez-Acosta, 2018). Asimismo, se trata de una estructuración en las diferentes áreas de la vida cotidiana según la conformación e integración de los sistemas de actividades, comunicación, hábitos y enfrentamiento a los problemas (Valladares, 2016). 

Estos patrones de comportamiento y pensamiento influyen en la salud mental y emocional de las personas. Por lo tanto, en el contexto educativo, existe una relación entre el desarrollo integral de cada estudiante y su capacidad de aprendizaje, sus relaciones interpersonales y su bienestar general. Esto se convierte en un componente esencial en el contexto educativo de los colegios de la Compañía de Jesús ACODESI. 

Por otra parte, los aspectos físicos del estilo de vida no son los únicos que contribuyen a una verdadera homeostasis del individuo, sino que los factores psicológicos también son importantes (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2020). La formación humana tiene un papel importante a la hora de hablar de los estilos de vida psicológicos, ya que el desarrollo emocional se relaciona con el crecimiento humano y con la manera en que los estudiantes se relacionan con su entorno. En este sentido, las emociones afectan al proceso de aprendizaje, influyendo en la motivación, la atención y la memoria. Una educación que promueva la inteligencia emocional permite a los estudiantes manejar mejor sus emociones, resolver conflictos de manera efectiva y desarrollar una mayor resiliencia, lo que siempre reporta beneficios positivos. 

Así, en los colegios de la Compañía de Jesús (ACODESI) se enfatizan la importancia de un ambiente escolar que fomente el desarrollo emocional y, sobre todo, que se centre en los estilos de vida psicológicos para mejorar el rendimiento escolar. Para ello, se comienza fortaleciendo el desarrollo integral de los estudiantes, priorizando las emociones en la experiencia humana, donde el miedo, la ira, la frustración, la aceptación, la resiliencia, el perdón, la gratitud y la asertividad se utilizan en la interacción interpersonal para aumentar el bienestar psicológico y desarrollar habilidades de afrontamiento (Hewitt, et al., 2023). Además, impactan en la toma de decisiones, las relaciones interpersonales, la percepción de la vida, el estado de ánimo y la motivación, creando así habilidades de afrontamiento efectivas y relaciones sociales positivas (Zambrano y Rivera, 2020). Esto tiene beneficios en el rendimiento académico de los estudiantes, ya que, si se tiene un buen manejo del estrés y relaciones sociales saludables, tienen un mayor rendimiento académico debido a una mayor capacidad de concentración y enfoque. Esto desencadena en un bienestar general de los estudiantes, lo que les permite disfrutar de una vida equilibrada. 

Por todo lo expuesto, el Ministerio de Educación Nacional explica que para un buen desarrollo infantil y competencias en la primera infancia es fundamental tener en cuenta los estilos de vida desde una perspectiva psicológica en la infancia y la adolescencia, ya que tienen muchos beneficios para los niños y adolescentes. Por ejemplo, la reducción del estrés, que puede lograrse mediante técnicas de gestión del estrés, como la meditación y el mindfulness, que ayudan a los estudiantes a reducir la ansiedad y el estrés. También mejora las relaciones sociales, ya que, al trabajar las habilidades sociales, se fortalecen las relaciones interpersonales y se crea un ambiente escolar más inclusivo y solidario. Asimismo, mejora el bienestar emocional, ya que, desde un enfoque en la salud mental y emocional, se mejora el estado de ánimo y la satisfacción general con la vida. 

Tras todo lo anterior, se crearon cuatro categorías de análisis que permiten comprender el estilo de vida psicológico en el contexto educativo: control del estrés, percepción del tiempo, relaciones sociales y salud mental. A continuación, se dará una explicación de cada una de las categorías. 

Para comenzar, la primera categoría es la del Control de Estrés, que se refiere a la capacidad de manejar y reducir las tensiones y presiones diarias. Incluye técnicas y estrategias que ayudan a una persona a mantener el equilibrio emocional y evitar la sobrecarga de estrés. El estrés es un proceso relacional entre el individuo y su entorno, en el que se tienen en cuenta las características particulares del individuo y la naturaleza y demandas del entorno (Lazarus, 2000). Aparece cuando la persona identifica una situación o un encuentro como amenazante, cuya magnitud excede sus propios recursos de afrontamiento, lo cual pone en peligro su bienestar (Naranjo, 2009). Para controlarlo, se recomienda hacer respiraciones rítmicas, tener autocontrol y control mental, realizar actividad física y buscar espacios de relajación. 

En el contexto educativo, el control del estrés es importante para lograr el bienestar de estudiantes y docentes. Por consiguiente, una gestión adecuada del estrés puede prevenir problemas de salud mental y mejorar el rendimiento académico. El estrés crónico puede provocar problemas de ansiedad, depresión y trastornos del sueño, lo que afecta negativamente al aprendizaje y a la convivencia escolar. 

La segunda categoría es la percepción del tiempo, que es un proceso que permite comprender y dar sentido a la realidad, mediante estímulos situados en el tiempo. Por otra parte, el tiempo es una dimensión que influye en las percepciones y permite organizar las acciones de los sujetos. 

El tiempo puede verse como un constructo, así como también puede concebirse como lineal e irreversible o como cíclico en constante retorno (Boscolo y Bertrando, 1996; Whitrow, 2018; Ardila et al., 2019; Grondin, 2020). En este sentido, la percepción del tiempo permite a la persona ubicarse en un espacio dentro de un momento específico, en donde la memoria y las experiencias previas permiten medirlo. Por ello, depende de lo que se esté haciendo y de las influencias externas que se tengan para hacer juicios sobre él. Por lo tanto, la percepción del tiempo en el contexto educativo incluye habilidades como la planificación, la organización y la priorización de tareas. 

La tercera categoría son las relaciones sociales; ya que la socialización es el proceso mediante el cual una persona incorpora creencias, valores, costumbres, actitudes y patrones de comportamiento propios de sus grupos de referencia, que se traducen en estilos de vida afectados por factores históricos, culturales, sociales y psicológicos que condicionan la vida cotidiana de las personas. (Fonseca, Maldonado, Parto & Soto, 2007). La pertenencia a redes de relaciones sociales es la que determina la reserva potencial de capital social con la que cuenta un individuo (Sandefur & Laumann, 1998). Así, las interacciones y conexiones que los estudiantes tienen con sus compañeros, docentes y otros miembros de la comunidad escolar son un componente clave del desarrollo humano. De este modo, las interacciones y conexiones que los estudiantes tienen con sus compañeros, docentes y otros miembros de la comunidad escolar son un componente clave del desarrollo En el ámbito escolar, las relaciones positivas pueden mejorar la motivación, el sentido de pertenencia y el bienestar emocional de los estudiantes. 

Finalmente, la cuarta categoría es la de salud mental, que, para el Ministerio de Salud y Protección Social (2014), es una construcción social que puede variar de un contexto a otro, dependiendo de los criterios de salud y enfermedad, normalidad y anormalidad establecidos en cada grupo social. Esto influirá directamente en la forma en que las personas pertenecientes a un determinado grupo se sienten sanas o enfermas. De esta forma, la salud mental es un fenómeno vinculado a las condiciones de vida de las personas, a las estructuras sociales y económicas en las que se mueven y a la manera en que los sujetos interactúan en su vida cotidiana (Restrepo & Jaramillo, 2012; Tripathi & Harán, 2020; OCDE, 2021). La salud mental es un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción, de manera que permite a los individuos y a los colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para hacer frente a la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a la comunidad (Ley 1616/2013). Su buen estado es fundamental para el desarrollo integral de los estudiantes. Un buen estado de salud mental permite a los estudiantes aprender de manera efectiva, mantener relaciones saludables y afrontar los desafíos de la vida. 

Por lo anterior, la implementación del estilo de vida psicológico en el contexto educativo de los colegios de la Compañía de Jesús (ACODESI) es fundamental para la formación humana de todos sus estudiantes. Para ello, es indispensable fomentar un entorno que promueva la salud emocional y mental. A través de la educación socioemocional, un ambiente escolar positivo, apoyo psicológico y el fomento de la resiliencia, se pueden crear las condiciones necesarias para que los estudiantes desarrollen un estilo de vida psicológico saludable y equilibrado.



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Estilo de Vida - Psicológico

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Para iniciar este capítulo debe quedar claro qué son los estilos de vida en el ámbito psicológico. Desde el punto de vista de la psicología, los estilos de vida se conciben como un conjunto de conductas consistentes en el tiempo que determinan el proceso de salud-enfermedad en combinación con la vulnerabilidad biológica, la edad, el sexo, la reactividad psicofisiológica y las redes de apoyo (Gómez-Acosta, 2018). Asimismo, se trata de una estructuración en las diferentes áreas de la vida cotidiana según la conformación e integración de los sistemas de actividades, comunicación, hábitos y enfrentamiento a los problemas (Valladares, 2016). 

Estos patrones de comportamiento y pensamiento influyen en la salud mental y emocional de las personas. Por lo tanto, en el contexto educativo, existe una relación entre el desarrollo integral de cada estudiante y su capacidad de aprendizaje, sus relaciones interpersonales y su bienestar general. Esto se convierte en un componente esencial en el contexto educativo de los colegios de la Compañía de Jesús ACODESI. 

Por otra parte, los aspectos físicos del estilo de vida no son los únicos que contribuyen a una verdadera homeostasis del individuo, sino que los factores psicológicos también son importantes (De Souza Martins & Figueroa-Ángel, 2020). La formación humana tiene un papel importante a la hora de hablar de los estilos de vida psicológicos, ya que el desarrollo emocional se relaciona con el crecimiento humano y con la manera en que los estudiantes se relacionan con su entorno. En este sentido, las emociones afectan al proceso de aprendizaje, influyendo en la motivación, la atención y la memoria. Una educación que promueva la inteligencia emocional permite a los estudiantes manejar mejor sus emociones, resolver conflictos de manera efectiva y desarrollar una mayor resiliencia, lo que siempre reporta beneficios positivos. 

Así, en los colegios de la Compañía de Jesús (ACODESI) se enfatizan la importancia de un ambiente escolar que fomente el desarrollo emocional y, sobre todo, que se centre en los estilos de vida psicológicos para mejorar el rendimiento escolar. Para ello, se comienza fortaleciendo el desarrollo integral de los estudiantes, priorizando las emociones en la experiencia humana, donde el miedo, la ira, la frustración, la aceptación, la resiliencia, el perdón, la gratitud y la asertividad se utilizan en la interacción interpersonal para aumentar el bienestar psicológico y desarrollar habilidades de afrontamiento (Hewitt, et al., 2023). Además, impactan en la toma de decisiones, las relaciones interpersonales, la percepción de la vida, el estado de ánimo y la motivación, creando así habilidades de afrontamiento efectivas y relaciones sociales positivas (Zambrano y Rivera, 2020). Esto tiene beneficios en el rendimiento académico de los estudiantes, ya que, si se tiene un buen manejo del estrés y relaciones sociales saludables, tienen un mayor rendimiento académico debido a una mayor capacidad de concentración y enfoque. Esto desencadena en un bienestar general de los estudiantes, lo que les permite disfrutar de una vida equilibrada. 

Por todo lo expuesto, el Ministerio de Educación Nacional explica que para un buen desarrollo infantil y competencias en la primera infancia es fundamental tener en cuenta los estilos de vida desde una perspectiva psicológica en la infancia y la adolescencia, ya que tienen muchos beneficios para los niños y adolescentes. Por ejemplo, la reducción del estrés, que puede lograrse mediante técnicas de gestión del estrés, como la meditación y el mindfulness, que ayudan a los estudiantes a reducir la ansiedad y el estrés. También mejora las relaciones sociales, ya que, al trabajar las habilidades sociales, se fortalecen las relaciones interpersonales y se crea un ambiente escolar más inclusivo y solidario. Asimismo, mejora el bienestar emocional, ya que, desde un enfoque en la salud mental y emocional, se mejora el estado de ánimo y la satisfacción general con la vida. 

Tras todo lo anterior, se crearon cuatro categorías de análisis que permiten comprender el estilo de vida psicológico en el contexto educativo: control del estrés, percepción del tiempo, relaciones sociales y salud mental. A continuación, se dará una explicación de cada una de las categorías. 

Para comenzar, la primera categoría es la del Control de Estrés, que se refiere a la capacidad de manejar y reducir las tensiones y presiones diarias. Incluye técnicas y estrategias que ayudan a una persona a mantener el equilibrio emocional y evitar la sobrecarga de estrés. El estrés es un proceso relacional entre el individuo y su entorno, en el que se tienen en cuenta las características particulares del individuo y la naturaleza y demandas del entorno (Lazarus, 2000). Aparece cuando la persona identifica una situación o un encuentro como amenazante, cuya magnitud excede sus propios recursos de afrontamiento, lo cual pone en peligro su bienestar (Naranjo, 2009). Para controlarlo, se recomienda hacer respiraciones rítmicas, tener autocontrol y control mental, realizar actividad física y buscar espacios de relajación. 

En el contexto educativo, el control del estrés es importante para lograr el bienestar de estudiantes y docentes. Por consiguiente, una gestión adecuada del estrés puede prevenir problemas de salud mental y mejorar el rendimiento académico. El estrés crónico puede provocar problemas de ansiedad, depresión y trastornos del sueño, lo que afecta negativamente al aprendizaje y a la convivencia escolar. 

La segunda categoría es la percepción del tiempo, que es un proceso que permite comprender y dar sentido a la realidad, mediante estímulos situados en el tiempo. Por otra parte, el tiempo es una dimensión que influye en las percepciones y permite organizar las acciones de los sujetos. 

El tiempo puede verse como un constructo, así como también puede concebirse como lineal e irreversible o como cíclico en constante retorno (Boscolo y Bertrando, 1996; Whitrow, 2018; Ardila et al., 2019; Grondin, 2020). En este sentido, la percepción del tiempo permite a la persona ubicarse en un espacio dentro de un momento específico, en donde la memoria y las experiencias previas permiten medirlo. Por ello, depende de lo que se esté haciendo y de las influencias externas que se tengan para hacer juicios sobre él. Por lo tanto, la percepción del tiempo en el contexto educativo incluye habilidades como la planificación, la organización y la priorización de tareas. 

La tercera categoría son las relaciones sociales; ya que la socialización es el proceso mediante el cual una persona incorpora creencias, valores, costumbres, actitudes y patrones de comportamiento propios de sus grupos de referencia, que se traducen en estilos de vida afectados por factores históricos, culturales, sociales y psicológicos que condicionan la vida cotidiana de las personas. (Fonseca, Maldonado, Parto & Soto, 2007). La pertenencia a redes de relaciones sociales es la que determina la reserva potencial de capital social con la que cuenta un individuo (Sandefur & Laumann, 1998). Así, las interacciones y conexiones que los estudiantes tienen con sus compañeros, docentes y otros miembros de la comunidad escolar son un componente clave del desarrollo humano. De este modo, las interacciones y conexiones que los estudiantes tienen con sus compañeros, docentes y otros miembros de la comunidad escolar son un componente clave del desarrollo En el ámbito escolar, las relaciones positivas pueden mejorar la motivación, el sentido de pertenencia y el bienestar emocional de los estudiantes. 

Finalmente, la cuarta categoría es la de salud mental, que, para el Ministerio de Salud y Protección Social (2014), es una construcción social que puede variar de un contexto a otro, dependiendo de los criterios de salud y enfermedad, normalidad y anormalidad establecidos en cada grupo social. Esto influirá directamente en la forma en que las personas pertenecientes a un determinado grupo se sienten sanas o enfermas. De esta forma, la salud mental es un fenómeno vinculado a las condiciones de vida de las personas, a las estructuras sociales y económicas en las que se mueven y a la manera en que los sujetos interactúan en su vida cotidiana (Restrepo & Jaramillo, 2012; Tripathi & Harán, 2020; OCDE, 2021). La salud mental es un estado dinámico que se expresa en la vida cotidiana a través del comportamiento y la interacción, de manera que permite a los individuos y a los colectivos desplegar sus recursos emocionales, cognitivos y mentales para hacer frente a la vida cotidiana, para trabajar, para establecer relaciones significativas y para contribuir a la comunidad (Ley 1616/2013). Su buen estado es fundamental para el desarrollo integral de los estudiantes. Un buen estado de salud mental permite a los estudiantes aprender de manera efectiva, mantener relaciones saludables y afrontar los desafíos de la vida. 

Por lo anterior, la implementación del estilo de vida psicológico en el contexto educativo de los colegios de la Compañía de Jesús (ACODESI) es fundamental para la formación humana de todos sus estudiantes. Para ello, es indispensable fomentar un entorno que promueva la salud emocional y mental. A través de la educación socioemocional, un ambiente escolar positivo, apoyo psicológico y el fomento de la resiliencia, se pueden crear las condiciones necesarias para que los estudiantes desarrollen un estilo de vida psicológico saludable y equilibrado.